martes, 30 de noviembre de 2010

A serbian film

Sitges calling...

¿Cómo no verla, si era la brutalidad del año? Cualquier cinefago que se tercie estaría muy interesado en la experiencia visceral y extrema que prometía este film. Desde luego fue mi caso, junto con el de muchos otros. Fui allí, y obtuve lo que quise: Algunas secuencias de sexo softcore, y violencia muy impactantes. Pero no me llevé más fuera de la sala. Salvo la satisfacción del morbo. Este, para mí, es el único fin de la película. Satisfacer el morbo, que en su misma promoción crea. Y por tanto, deja una sensación de vacío una vez se ha visto. Quiero decir con esto que la película en sí, no funciona sin la leyenda y la propaganda que hay previamente. Porque está ahí, pero sin las habladurías y rumores, pocos serán los que vean una película serbia ultraviolenta, ya que de eso (películas excesivas), amigos míos, estamos servidos en el séptimo arte. La atracción de A Serbian Film, reside en la emoción, la expectación y el escándalo que suscitan sus opiniones, críticas o noticias, el boca a boca, y finalmente, los primeros 20 minutos. De ahí en adelante, una película vacía. Eso sí con una fotografía muy trabajada.



Es aquí cuando “le ves el plumero” al director. Que ante los medios se disculpa diciendo que su intención era mostrar sus sentimientos de impotencia ante la situación en Serbia, una metáfora del malestar de la población con su gobierno… No creo que sea así, al menos no logra transmitirlo. Lo que particularmente pienso, es que quería rodar un film con determinadas pautas (violencia y sexo), y disfrutar, porqué no, con la catarsis, la liberación de esos instintos… Y sobretodo, con la provocación. No me parece mal, ni siquiera enfermizo. Es humano, todos tenemos pulsiones eróticas y violentas. Lo que realmente considero, es que es algo muy ingenuo. Y los mismos medios caen en el juego tonto, escandalizándose y exacerbando lo nocivo de la película, hablando incluso condenar a prisión al director de Sitges por pasarla en el festival de marras. Una pena. Sin darse cuenta entran en la dinámica de la misma atracción que ofrece el film. Provocando que mucha gente acabe por visionar una película que realmente… No es para tanto.

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