domingo, 28 de febrero de 2010

Rabia y miseria


-Los olvidados-
Luís Buñuel

Rabia. Rabia, polvo, desolación y miseria. Es todo lo que le queda a uno tras el crudo relato de Luís Buñuel, con esta película que seguro no deja indiferente a nadie. Uno de los directores más importantes de la historia del cine. Aragonés de pura cepa naturalizado en México, donde llevó a cabo la mayor parte de su filmografía, junto con Francia. Aceptado de lleno en el grupo surrealista, allí conoció a muchos de sus colegas (Salvador Dalí, Max Ernst, André Breton, Magritte y muchos otros). Un director como éste, dio a luz en el año 50 una de las películas más realistas conforme a la sociedad mexicana de entonces (y de ahora), y por tanto, más trágica. Cercana al neorrealismo (aunque no neorrealista), nos relata la historia de un grupo de bribones, de chicos callejeros que tratan de salir adelante en el día a día con métodos violentos y crueles, sin apenas ser conscientes, o tener plena noción de cuanto hacen. Mejor no decir nada más al respecto de la historia. La película habla por sí sola. Mejor verla. Sufrirla. Disfrutarla.

Se presenta el relato como un hecho real, aunque pronto nos daremos cuenta de que no es así. Son muchas historias reales. Habla de miseria y pobreza, pero no de una historia ocurrida en México, como tal. Hay muchos detalles a lo largo del film que nos remiten al maravilloso estilo de Buñuel a la hora de hacer cine, si los identificamos, tenemos la clave para saber que la historia está construida sólo por la mente del director. Esto nos hace confundir hasta qué punto muestra su lado oscuro, o simplemente nos habla de la realidad, de cuanto sucede en los barrios marginales mexicanos. La manera en que presenta algunos personajes o situaciones, cargadas de patetismo, nos hace reflexionar sobre ello. Lo onírico y el psicoanálisis marcan el desarrollo de la trama por otro lado. Esto otorga a la historia un toque personal. No será una historia real lo que nos cuente. Pronto lo veremos. Será la realidad a través de los ojos de Luis Buñuel.

A lo largo de este relato veremos la continua aparición de aves, y la agresión hacia éstas. En más de una ocasión la catarsis de algunos personajes se resuelve, precisamente, matando a golpes a uno de éstos animales. Por otro lado, vemos de nuevo la ruptura de la narrativa realista propia del director. Contra todo pronóstico, y hacia el final, un personaje se enfrenta a la cámara, hacia nosotros. Es algo que uno no se espera, lo que logra un efecto mayor. El surrealismo aparece de nuevo. Mientras duerme uno de los personajes, Buñuel nos muestra en una maravillosa secuencia cuanto acontece en su interior. Lo onírico y lo siniestro se hace patente en nosotros a lo largo de todo ese sueño tornado en pesadilla.
Por otro lado, el triangulo sentimental entre tres personajes; Pedro, su madre, y el Jaibo, invita a reflexionar sobre el complejo de Edipo. La necesidad de ser querido por la propia madre. El amor/odio hacia ésta por haberse separado de uno mismo. Y sobretodo, la sensualidad que implica la propia madre, y por tanto la relación sexual llevada a cabo con ésta (no por su propio hijo, pero sí por un chico huérfano, con necesidad de una madre).

En esta película, lo que vemos, es un ejemplo de cine cruel. En el que los personajes, todos ellos víctimas sin excepción, tratan de salir adelante. Pero tanto sus intentos equívocos (y en ocasiones vandálicos y violentos) de medrar, como su propia condición les hará verse atrapados por un destino del que no pueden huir. Al que están atados de por vida. Concluimos con este relato, que todo el mundo es resultado de su entorno, y que si el entorno no te premia los buenos actos, si sólo sales adelante obedeciendo a tu estómago, a la propia supervivencia… te convertirás en aquello que te rodea. En miseria. Buen ejemplo es la aparición de un personaje como Ojitos, en homenaje, por parte del director, al Lazarillo de Tormes (una de las novelas favoritas de Buñuel). Todo intento de vivir de manera honrada será frustrado aquí. El problema es más complicado. El problema esta en su propia raíz. Y esta película nos lo muestra sin ningún edulcorante.

No es una película cualquiera. Es una interesante película. Apenas tiene algún “pero”. Bueno. Quizás la dicción de los actores al hablar dificulta bastante la comprensión de los diálogos. Pero por lo demás… su historial habla por sí sólo: Premio al mejor director en el Festival de Cannes de 1951, junto con Metrópolis de Fritz Lang, película que forma parte del patrimonio de la humanidad, el segundo puesto en las 100 mejores películas del cine mexicano…
“…irónico, un poco cáustico, muy aragonés en definitiva”. Así lo definía su colega Carlos Saura, y así lo definen sus propias películas. Un cineasta español fuera de su propia tierra, pero con un carácter propio, una mirada resultante del propio entorno que le vio crecer. Y cuya esencia extendió al resto del mundo. Merece la pena acercarse a él. A su cine.

viernes, 26 de febrero de 2010

Semi-podredumbre


-Succubus-
Jess Franco

Quiero hablar de este director, que me sorprendió desde que tuve conocimiento de él por distintas cosas. En primer lugar lo describo muy sucintamente para que sepamos a que nos enfrentamos: Cineasta español, rebelde, prolífico, cinéfago, culto, gamberro, melómano y sobretodo muy amable, todo un personaje, digno de admirar sinceramente. Este director decidió en su momento que quería hacer cine, y no sólo eso (que ya es una decisión valiente) sino que quería hacer el cine que a él le diese la real gana. Su “cine”. Con una filmografía que alcanza las 200 películas. He dicho que le admiro, ¿y quien no? Hay pocas razones, pero suficientes para admirarle. Sólo hay que escuchar a este señor para darse cuenta de la simpatía e ironía que derrocha, además de la cultura, no sólo cinematográfica, que posee. Todo un portento. También es amigo y colaborador de muchos de los grandes del cine: Orson Welles, Fernando Fernan Gómez, Juan Antonio Bardem, Luis García Berlanga, Christopher Lee, Klaus Kinski, Fritz Lang, Roger Corman y otros que seguro me dejo. Pero no sólo eso, éste hombre ama el cine (con esto, creo que ya se ha ganado la simpatía de muchos), y ha dejado clara su intención de hacer cine hasta el mismo día de su muerte. Me resulta simpático, no puedo evitarlo, le admiro. Eso sí, a sus películas NO.

He visto unas cuantas películas de Jesús Franco, y en todas he echado en falta una mínima experiencia cinematográfica como director, un mínimo conocimiento de la narrativa, de la estética inclusive… vamos que me he aburrido como una ostra en la cola del médico. Nunca llegué a explicarme cómo ha hecho este agradable anciano tantas películas y colaborado con tantos maestros sin haber aprendido nada, o al menos sin querer hacer una película decente.Hace poco, descubro milagrosamente una sesión de una de sus películas más reconocidas internacionalmente: Succubus (aquí Necronomicón, lógico). Presentada en el festival de Berlín de 1967, y aclamada por público y crítica en general. Parecía prometer. No dudé en acudir al pase… y lo dicho, parecía prometer.

Es un misterio saber hasta que punto Jesús Franco se toma en serio sus propias películas. Lamenté el resultado de lo que vi. Pues la película parece tomarse muy en serio a sí misma. Es una pena. Creo que las ideas argumentales que tiene este señor son muy sugerentes e ingeniosas, pero de ello obtiene películas totalmente vacías. Esta apuntaba alto, aunque al poco tiempo de empezar a verla, me abordaron muchos de los errores anteriormente cometidos por el mismo. El argumento de Succubus avanza a trompicones y apenas tiene ritmo. El director parece no tener apenas paciencia a la hora de rodar, como si se conformase con la primera toma, pues la composición de la imagen y la actuación de los personajes resultan muy forzadas. Además la resolución de muchas de sus tomas parecen haberse ideado con prisa, ejemplo de ello es una secuencia en la que de manera onírica, los maniquíes se mueven y avanzan hacia su víctima, bien, pues estos quedan encuadrados de rodillas para abajo mientras alguien, los mueve de cintura para arriba, y como si fueran muñecos, los arrastran, simulando que andan. En serio, resulta muy improvisado. Cutre.
La concepción de la estética de terror y la manera de abordarlo resulta bastante ingenua. Ingenua, porque los actores resultan, como dije, sobreactuados. Muy histriónicos. A ello no ayuda el maquillaje carnavalesco con el que el director pretende que suframos, que apartemos la mirada. Por esto resulta, como ya he dicho, ingenuo. Porque se nota a Jesús en un éxtasis creativo mientras nosotros ni nos inmutamos del sillón. Porque de igual manera, el director trata de hacer, ilusionado, referencias a sus gustos tan sumamente forzadas, que acabamos por soltar la carcajada (en ocasiones podemos ver como enfoca uno a uno muñecos de los monstruos de sus películas favoritas, como menciona literalmente, y de manera seguida a escritores y filósofos admirados, y como un personaje atraviesa sin sentido narrativo, de repente, un anuncio callejero enorme de El Doctor Zhivago de David Lean). Y porque, sobretodo en el aspecto musical, pretende encajar de cualquier manera, en cualquier secuencia su música favorita, el Jazz. Aunque no pegue.

Todo esto, resulta rancio, pasado, malsano. En definitiva, podrido. Una película en descomposición. Sin inventiva apenas. Sin creatividad alguna. Sin vida. Un cine muerto y podrido… o ¿semi-podrido? Poco hay de agradecer en este visionado salvo un vino que lo acompañe, y te haga reír (con perdón) mientras lo visionas. Aun así, admitiré que los que disfrutamos sin prejuicios del cine, descubriremos alguna que otra toma o idea que nos sorprenderá. Pero a la que probablemente le añadiremos algún pero. Aun así merece la pena quedarse con ellas, pues bien es sabido que directores como Tarantino le deben muchas de sus ideas a nuestro querido “Jess”. De todo se aprende.

En 2009 se le entregó un Goya honorífico a Jesús Franco por toda su trayectoria. Quizás pudo haber molestado, pues es cierto que sus películas no merecen tal galardón. Pero él no dijo que lo mereciese, más bien lo contrario. Por otro lado mantuvo su intención de morir con la cámara al hombro. Y demostró amabilidad y buen corazón dedicándolo a su mujer, a sus grandes amigos (entre ellos Bardem), y a cuantos jóvenes existen tratando de hacer cine “con su corto bajo el brazo”. Gracias Jess. Por cosas como ésta, yo te admiro.

Un menú de fábula


Gordos
Daniel Sánchez Arévalo

Gordos, curiosa película, dudoso contenido. ¿Porqué sentenciar una crítica con una opinión única? No. Podemos calificar Gordos como una películamalacasibuena. Podemos decir de manera agradable e ingeniosa, lo que realmente opinamos. Nuestra sentencia. Darle al propio creador lo suyo, introducirle con vaselina (mucha vaselina) nuestra dura opinión. Como nos hace él. De igual manera nos habla directamente a la cara, en voz bien alta y proyectando salivazos. Nos trata. Nos aborda. Pero con buenas palabras, muy lubricadas, las mejores. Que considerado, oye.

El film mismo nos viene de la mente de Daniel Sánchez Arévalo. De sus propias manos. No hay duda de que el artesano es bueno, eso es (in)cuestionable. La película tanto en concepción como en ejecución, muestra todo un derroche de ingenio e inventiva. Un buen ejemplo de cómo se debe narrar (aunque sabemos que ejemplos hay muchos). Daniel nos ha mostrado que sabe tratar las imágenes. Que le sobran recursos (o al menos los escoge muy bien) para plantear diversas formas de desarrollar una secuencia; no sólo se sirve de un mismo espacio y tiempo, explora diversas alternativas. El montaje… sea cosa suya o no, es de elogiar. Aplica un ritmo al planteamiento visual que ya quisieran otras películas (españolas y no españolas… tampoco seamos). En la imagen incluyo a los actores, que parecen haberse puesto de acuerdo en actuar de manera espléndida, convencidos de olvidar sus errores del pasado (sólo algunos) en pos del resultado del film. Chapó. Todo ello está elaborado con una fotografía agradable, pero en conjunto, es más que suficiente.

La historia es otra cosa. Su contenido. El mensaje de la obra. Como toda fábula, tiene una enseñanza. Quizás sea una buena enseñanza transmitida con la mejor de las intenciones… pero enseñanza al fin y al cabo. Es fácil. Sencilla. Moral. “Progre”. Irritante. El guionista nos quiere ayudar, nos quiere aconsejar, y por ello… Nos habla. No muestra un sentimiento, no nos sugiere. Nos transmite una idea, una enseñanza. Directamente.
Con diversos personajes tenemos diversas historias. Aparentemente un contenido muy rico. Pero damos cuenta que es pobre, pues la idea a transmitir viene de cara, en voz alta, tras esto no hay nada. Lo malo es muy malo, y lo bueno… en fin. Lo malo siempre es castigado. Lo virtuoso, recompensado. Es eso, no hay más. Siempre, eso sí, habrá una oportunidad al final de la película. Lo malo, puede aparecer arrepentido y bondadoso por la mano de Dios, De un Dios Guionista, que fuerza el azar hasta límites obscenos (situaciones irrisorias, mutaciones súbitas en el carácter y naturaleza de personajes) para lograr que cuanto tenga que contarnos quede claro. ¿Claro?, no creo. Las historias deben contar una idea. Su idea. Eso es seguro. Obligatorio. Pero en el afán expresivo de cuanto quiere contar, podemos percibir, que no tiene claro a dónde quiere llegar (o cómo), y que cierra pues, de manera torpe, las historias iniciadas. Qué mejor que un epílogo bien clarito y directo en la que el director reorganice sus ideas y deje patente la enseñanza que debes obtener a grosso modo. Muy adecuado.

De nada sirve romper algunos estereotipos o afrontar diversos tabúes para parecer arriesgado. De nada sirve que trates de contar una fábula sin tratamiento de fábula. Podemos decepcionarnos si la concepción de la película queda lejos de encajar con la enseñanza facilona. Eso molesta. Disgusta. Disgusta sobretodo si caes en la cuenta de lo que realmente te esta contando la película, lo que te está diciendo… Porque, puede que sea muy fácil hablar ahora a posteriori, pero en principio, como dije, la película cautiva. Viene facilitada por una buena realización. Entra por los ojos. Por la boca. Fácil de tragar, pero difícil de saborear. Llena, sacia el hambre de un cinéfago. Pero no logra otra cosa que convertirse en presa de nuestra amnesia selectiva. Un menú de muy buen aspecto, pero insípido.

jueves, 25 de febrero de 2010

Y de repente… ¡Almodóvar!


-Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón-
Pedro Almodóvar

Hablemos de un director reconocido mundialmente, poseedor de dos Oscars, Doctor Honoris Causa por la Universidad de Harvard, Medalla de Oro al mérito en las Bellas Artes, Caballero de la Legión de Honor francesa, Globos de oro, premios BAFTA, Goya, Cesar, David de Donatello… poco mas que decir ¿no?. Tomemos ahora su primera película comercial. Su primera película en 35mm. Tendremos pues en nuestras sudorosas manos de cinéfago: Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón.

Antes de proseguir, recordemos cómo han sido las operas primas de diversos genios de la cinematografía en todo el mundo. Yo me acuerdo de Ciudadano Kane, de la Huelga, de Un perro andaluz, El diablo sobre ruedas, Reservoir Dogs, los Cuatrocientos Golpes, La infancia de Iván, La noche de los muertos vivientes, Eraserhead… hasta Tesis, española sí. Y muy buena por cierto. Entonces me pregunto ¿que hubiese dicho el propio Almodóvar si le hubiese hablado en su momento, con esa primera película en proceso, de la importancia que llegaría a tener en el mundo de cine, y de su proyección internacional? Probablemente no le sorprendería demasiado. El señor se veía con cierto empuje y atrevimiento, y pasión por el cine. Pero aun así haría Pepi, Luci, Bom… tal y como la tenía proyectada en mente. Por placer.

Tanto placer como el que le podría producir masturbarse. Pues eso resulta ser la película a ojos propios, una masturbación. Una corrida alegre y desenfadada. Un producto directo de la estimulación de lo que provoca placer, pasión, divertimento y risa al padre de la cría en cuestión.. Un despliegue de sadismo, mal gusto, ordinariez, punk castizo, glam y pasión carnal. En definitiva, un delirio sexual propio de cualquier persona, pero plasmado en celuloide. También tenemos una historia que rompe por completo con el costumbrismo de las películas españolas, y plasma una aventura (entre realista y absurda) de tres mujeres inmersas en la génesis de “la movida”. Esto último es quizás lo más importante de ésta película, lo único que podría (digamos) definir como algo apreciable, notable si es preciso. Sólo si nos acomodamos ante lo que vamos a ver a medida que avanza la película, si vislumbramos la frontera en la que acaba la pretensión artística del director y comienza el divertimento desenfrenado y el placer (su placer), disfrutaremos de lo que vemos. Podrá gustarnos más o menos. Podremos odiar, maldecir o envidiar la suerte del creador de ésta obra. Pero al menos tendremos una historia de la que disfrutar. Al fin y al cabo, ¿no consiste en eso el cine?

Admito que es difícil apreciarla, conectar con ella. Obviamente se encuentra “atrapada” en una imagen cuya realización es deficiente, incorrecta, pobre… cutre vamos. Muy cutre. Dejando de lado el grano y la calidad de imagen (cosa que los cinéfagos debemos aprender a obviar en aras del verdadero contenido de la obra), los planos de Pepi, Luci, Bom… son de una composición fallida, en ocasiones molesta (personajes mal encuadrados, o fuera de plano). La estética brilla por su ausencia, pues apenas se observa una labor de fotografía decente, si es que se ha implicado alguien en dicha función. El movimiento tampoco habla a favor de la realización de la misma, por su falta de fluidez o temblor propio de cámara en mano. Respecto al sonido, al menos el de la copia que cayó en mis manos, más que dedicarle un adjetivo, directamente lo considero fuera de lugar. Muy disculpado por la película, su estilo, pretensiones y demás, debe estar el uso del doblaje junto con el sonido directo. Si se quiere hacer una historia con sonido directo bien, o doblada… incluso en cada cosa por separado puede permitirse ciertas incorrecciones en su composición. Pero juntar ambas cosas y mal elaboradas en una misma película, está fuera de lugar.

Todas estas cosas y alguna otra por apreciar dificultan el visionado de este, el primer paso que dio Almodóvar en el cine. Cuando repentinamente apareció en las salas, contándoles a nuestros padres una historia situada a mitad de camino entre John Waters y Fassbinder (mas cerca del primero, todo sea dicho). Mostrando un estilo castizo y naturalista a partes iguales. Un melodrama sucio y personal. Una eyaculación que mostró de golpe al propio Almodóvar. Como es “él”.

¡Película!... no "film"

...Y de éste modo doy comienzo a un pequeño prólogo de críticas para este feto, esta criatura en gestación, este blog perdido en el limbo, con ganas de ser (como dije) leído por una persona. Por ello, y aprovechando los recientes goyas; y la semana del cine Español aquí en mi barrio, voy a colgar una crítica por día en lo que queda de semana. Una crítica de una película española. Cualquiera. Da igual... Sólo quiero que quienes las hayan visto compartan o no su opinión, que los que no lo hayan hecho tengan la curiosiad de verlas, y quienes no se vean motivados por ninguna de las otras cosas, al menos se animen a ver cine español.
¿Por qué no mostrar que el cine español existe? ¿Por que no empezar de éste modo? Lo cierto es que lo que quiero expresar, es que para ser cinéfilo (o cinéfago) no requieres necesariamente mostrar desdén hacia el cine patrio. No es "cool". No está de moda. No demuestra criterio. Es un cine más. Con sus errores y sus aciertos. Un cine que hay que ver con la mísma ilusión con la que se ve cualquier otra película. No con el gesto torcido y la ceja arqueada. Distantes por el mero hecho de no estar dirigida por un reputado director extranjero, por no tener subtítulos en castellano que leer. Sólo voy a mostrar que se puede estar a disgusto con el cine de un país si te has visto TODAS las películas de este país.

Llamada a los bichos raros

Pasen, pasen y vean. Disfruten de este lugar. El lugar de los malditos. Los extraños. Los bichos raros. Los sonámbulos que como césare, deambulan por un mundo ajeno a ellos. El mundo de las películas. De la fantasía. Lo cautivador y lo vomitivo. Lo sublime y lo divertido. Aquí no hay línea divisoria entre ambos. Todo vale, porque todo existe. Aquí, en la interzona, pretendo que al menos una única persona vea un refugio. Un lugar en el que el cine sea el tema central. Opinión. Noticias. Críticas y demás. Pero no sólo eso. Más. Mucho más.

Será un lugar en el que los únicos privilegiados a acceder son aquellos que aun sin necesidad de acceder, por sí mísmos disfrutan, consumen, leen, sufren, crean, vomitan, escuchan CINE. El cine, y todo lo susceptible de rodearle. Pues bien es sabido que es el más completo de las artes. Que todo lo engloba. Arte, musica, literatura... y derivados. Escribamos sobre eso. Hablemos de ello. De todo. Lo que queráis. Echadme una mano, y cualquier cosa podrá se mencionada. Este es nuestro lugar. El freak-show. El psycho-circus. Para los que visionan. Para los que videan. Para los que leen críticas. Para los que leen cómics. Para los que dibujan sus personajes favoritos. Para los que se imaginan sus propias historias. Para los que van sólos al cine. A un museo. Para los que han hecho un guión propio. Una novela. Un cuadro... hasta un juego de mesa. Para los que han sido masters de una partida de rol. Para los que han leído un libro más de una vez. Para los que han visto una película al menos doce veces. Para los que no se aburren con 2001. Para los que no menosprecian Pesadilla en elm Street. Para los Nuevos Vagos. Los amantes de lo retro, que añoran los cromos y las viejas series. Los descubridores de lo underground, lo nuevo. Para los que disfrutan más de lo que hablan. Los que rechazan la acitud snob, en pos de un limpio amor al cine y todo lo que lo rodea. Para ellos yo quiero escribir, por poco que sea. Para los bichos raros.