martes, 30 de noviembre de 2010

Good bye Leslie



El pasado 28 de Noviembre de 2010 murió el actor cómico Leslie Nielsen. Sin duda, supone una despedida para los nostálgicos del cine de comedia americana absurda que surgió a finales de los 70 y comienzos de los 80, y que ha perdurado hasta día de hoy, con las insufribles "lo que sea-movie". Este actor que hizo reir a millones de personas en todo el mundo... menos a mí. Vale, no me hacía gracia. Personalmente creo que sus películas se sostienen por la novedad de las bromas que rompen el esquema narrativo, durante 20 minutos... de ahí en adelante, un gag tras otro acaba por agotar, y provocar la pérdida de atención e interés (y soy consciente de que hablo por mi mismo). Pero, digamos que el no dirigía las películas (de eso se ocupaban los hermanos Zucker, y Abrahams, los ZAZ, ellos son los culpables). El sólo actuaba. Con seriedad y entusiasmo. Tenía una auténtica devoción por su oficio, el cual empezó haciendo papeles dramáticos y sobretodo de villano. Si. La mayor parte de su trayectoria, la han ocupado papeles que poco tienen que ver con lo que nos ha mostrado en las últimas décadas (su último papel de villano en Creepshow es impecable), pero sin embargo, cautivó a la gente por esto mismo, su humor. Era un hombre con sentido del humor, algo que sólo nos pudo demostrar en su última etapa. Y sobretodo era un hombre con pasión por su oficio. El cine. Este señor pasó por la recta final de su carrera cuando muchos de nosotros no habíamos nacido aún. Y pudo relanzarla hasta el día de hoy (Spanish Movie), una vez comenzó a hacer algo en lo que creía. Que la gente se riese. Cine "de risa", como puede denominarse despectivamente. Sinceramente, aunque no me hiciesen gracia sus películas, sólo por esto se ha ganado mi respeto.

A serbian film

Sitges calling...

¿Cómo no verla, si era la brutalidad del año? Cualquier cinefago que se tercie estaría muy interesado en la experiencia visceral y extrema que prometía este film. Desde luego fue mi caso, junto con el de muchos otros. Fui allí, y obtuve lo que quise: Algunas secuencias de sexo softcore, y violencia muy impactantes. Pero no me llevé más fuera de la sala. Salvo la satisfacción del morbo. Este, para mí, es el único fin de la película. Satisfacer el morbo, que en su misma promoción crea. Y por tanto, deja una sensación de vacío una vez se ha visto. Quiero decir con esto que la película en sí, no funciona sin la leyenda y la propaganda que hay previamente. Porque está ahí, pero sin las habladurías y rumores, pocos serán los que vean una película serbia ultraviolenta, ya que de eso (películas excesivas), amigos míos, estamos servidos en el séptimo arte. La atracción de A Serbian Film, reside en la emoción, la expectación y el escándalo que suscitan sus opiniones, críticas o noticias, el boca a boca, y finalmente, los primeros 20 minutos. De ahí en adelante, una película vacía. Eso sí con una fotografía muy trabajada.



Es aquí cuando “le ves el plumero” al director. Que ante los medios se disculpa diciendo que su intención era mostrar sus sentimientos de impotencia ante la situación en Serbia, una metáfora del malestar de la población con su gobierno… No creo que sea así, al menos no logra transmitirlo. Lo que particularmente pienso, es que quería rodar un film con determinadas pautas (violencia y sexo), y disfrutar, porqué no, con la catarsis, la liberación de esos instintos… Y sobretodo, con la provocación. No me parece mal, ni siquiera enfermizo. Es humano, todos tenemos pulsiones eróticas y violentas. Lo que realmente considero, es que es algo muy ingenuo. Y los mismos medios caen en el juego tonto, escandalizándose y exacerbando lo nocivo de la película, hablando incluso condenar a prisión al director de Sitges por pasarla en el festival de marras. Una pena. Sin darse cuenta entran en la dinámica de la misma atracción que ofrece el film. Provocando que mucha gente acabe por visionar una película que realmente… No es para tanto.

Uncle Boonmee recuerda sus vidas pasadas



Sitges calling...

Hablábamos en Sitges sobre la película A Serbian Film, como la polémica del año en el festival. Bien. Sinceramente, yo creo que la polémica está verdaderamente servida con esta película del director tailandés Apichatpong Weerasethakul (admito que no sé escribirlo, lo he mirado en Google). Y es que el cine que realiza este director polariza muchísimo la opinión y la crítica. Obviamente, quienes estuvimos allí, presenciamos este resultado final (para mí el más interesante), el momento en el que se intercambian opiniones, resoplidos, maldiciones, suspiros y alabanzas… Obviamente creo que aquello que el director refleja en su película es algo en lo que él cree, algo en lo que realmente ha puesto toda su alma. Pero aquí, por lo que vi, se corre el peligro de bloquear la entrada a muchas otras formas de ver o sentir el cine. Hay gente que no está en la misma frecuencia de este señor. Desde luego aquellos que no están en esta línea, no son los incultos o insensibles… sino otra parte del conjunto de espectadores interesados (eso sí) en el cine.

Digo que me interesó la “post-película”, no sólo porque comentar el visionado implique tomar unas cervezas en un bar con los amigos (que también), sino porque uno percibe una realidad que no se muestra en las revistas de cine, ni en los artículos de los críticos. Uno ve el interés por mostrar una opinión, que hace de sí misma una moda. Y aquí es donde entra el cinismo general suscitado por la película. Es el momento, de unirse junto a la opinión generalizada de que es una maravillosa película. Es novedosa. Es distinta. Su tempo, su fotografía y sus planos, la señalan inequívocamente como asiática e independiente, y además los festivales la respaldan. Ideal para calificarla como innegable obra maestra. Bueno, este no fue el resultado. No se hablaron en las revistas de las opiniones del público en Sitges, de las votaciones. Son muy distintas. Desde luego, creo que la crítica tiende a encumbrar sus opiniones y a los que por fuerza deben ser “nuevos artistas”, perdiendo así la noción de realidad, y dejando de lado el sentido común, pues, para ellos no hay nada malo en la película, únicamente las gansadas que dicen los detractores (y esto es casi literal). Un desprecio totalmente poético hacia esa “tontería” llamada coherencia (Carlos Boyero).



Desde luego, sumo al carro del cinismo aquellas opiniones clásicas y rancias, que enfurecidas (no sé muy bien porqué), tachan de bodrio absoluto películas como esta. Sinceramente, creo que es ridiculizar mucho la sensibilidad creativa de un artista, decir que su obra es mierda, está hecha sin sentido, o que no aporta nada, para más inri. No amigos. Esta película aporta su granito de arena, como tantas otras, a la cinematografía. Es más, es bueno para un festival como Sitges, nuevas miradas hacia lo fantástico. Pienso que aporta frescura al género. Eso sí, después dependerá el criterio de cada uno para fijarse en la obra, interesarse o prescindir de ella. Sin olvidar, claro está, que se trata de una película. Con cosas BUENAS y MALAS, pues la pasión suele traicionarnos y hacernos llevar todo a polos extremos; y sintiéndolo mucho, no existen.

Monsters

Sitges calling...



Si nos ceñimos al lenguaje cinematográfico, considero que deberíamos referirnos a Monsters como una película de serie b. Quizás lo sea. Por lo que dijo Gareth Edwards, su director, sobre el presupuesto y las influencias de los años cincuenta que le incitaron a realizar esta película, desde luego facilita muchísimo el colocarle ese género, estilo, modelo de producción o lo que queráis… Sin embargo, más allá de tratarse de ciencia ficción, y de ubicarse en el festival de Sitges en su primera proyección aquí en España, diría que se trata de una película social que retrata la relación de dos personajes en una situación extrema, y por extensión, su romance. ¿Un romance social? Bueno, quizás no sea exactamente esa su definición más correcta, pues los aliens, están ahí. Se presienten más de lo que se muestran, pero uno nota que acechan, que los protagonistas atraviesan una zona infectada, paradójica. Al igual que en Stalker de Tarkovsky, Gareth realiza un excelente ejercicio de sugerir lo irreal, lo ficticio (obviamente, con menos pretensiones). De esta manera aceptamos ciencia ficción como género fílmico para Monsters (es un coñazo esto de clasificar por géneros las cosas, lo sé), pero tan sólo quiero resaltar una faceta que en su promoción, quizás no se aprecie, y que merece tener en cuenta en pro de un acercamiento al cine de género más fresco e innovador que se ha visto este año en Sitges. Os animo a disfrutar de este film, totalmente redondo, y muy interesante.



PD. No os preocupéis, podréis disfrutar de criaturas con tentáculos, porque aparecer, sí aparecen… Pero pronto veréis que están en un segundo plano.