lunes, 31 de mayo de 2010

Romero estaba loco, loco, loco


-The Crazies ayer y hoy-
George A. Romero/ Breck Eisner

Lo cierto es que pocas fueron las críticas buenas que recibí en su momento de la película de George A. Romero que realizó allá por el 73, The Crazies. Fue en la gran etapa de las sesiones “Grindhouse”, y en ese momento debutó en los cines de los barrios bajos junto con películas como Las colinas tienen ojos, Blackenstein o The Bloodfarmers. Desde que la vi, supe que pertenecía a esta línea de películas. Lo único que aleja The Crazies del resto de producciones de esta calaña es el director, su guión (a grandes rasgos), sus intenciones (sobre todo), y algún que otro sorprendente actor desconocido, al menos par mí, como Will Disney, de curioso nombre y habilidad para la interpretación.



No voy a elogiar esta película como obra maestra, gran película o algo por el estilo. Ni mucho menos. Pero si me gustaría mencionarla como curiosidad de la que al menos merece la pena pararse a comentar algo. Algo como un guión en el que se atreve a alejarse de la visión de los infectados en una plaga como el principal problema, es más, los muestra ocasionalmente peligrosos, pero inofensivos en líneas generales. ¿Su objetivo? El ejército, y la actitud negligente y conservadora del gobierno de EE.UU. junto con los altos mandos. No olvidemos que el bueno de Romero no deja de ser una versión ligada al cine de terror, y más antigua de Michael Moore. Como he dicho, el ejército es la verdadera fobia que se desata tras esta pandemia. A un ritmo inicial espectacular, la película te adentra en el caos que supone una situación extrema, tal y como se muestra para militares y altos mandos expertos e inexpertos a partes iguales. Y por supuesto, la consecuente frustración que ello supone para el pueblo. Los soldados actúan arbitrariamente, sin la información suficiente, y de manera ingenua en ocasiones. Y sobretodo, regidos por la norma de disparar antes de preguntar.

Básicamente remarco lo esencialmente interesante de la película, sus buenas intenciones, pero tiene sus grandes “peros” a pesar de éstas, y el buen ritmo narrativo que toma en su inicio, acaba perdiendo fuelle a medida que avanza, por desgracia. Cae de esta manera en un ritmo muy repetitivo y paralelo a la hora de alternar las tramas. La realización tiene bastantes fallas a mi parecer, quizás no sea para hablar de saltos de raccord, pero sí de soluciones de algunas escenas incómodas a la vista. Y si vamos ha hablar de incómodo, resaltar sobretodo, la biblioteca de sonidos que usan en la banda sonora. Oír un estridente sonido de ambiente para un bosque por el hecho de que los personajes están en el bosque, es algo que llega a sacar de quicio.



En mitad de todo este cruce de sensaciones, una película atractiva por un lado, serie B en exceso por otro… Creí quedar muy gratamente sorprendido por Will Disney, un particular personaje que hace de doctor, y lo hace realmente bien. Fue su única película… y yo me pregunto ¿Quizás me he vuelto también loco y veo cosas donde no las hay?





Lo que realmente tengo claro tras todo esto es que cuando se hace una película… hecha está. No es necesario hacer un remake. Y si se hace una propuesta de remake, ha de ser lo suficientemente interesante como para llevarla a cabo. Aquí sería cuando entra en escena Breck Eisner, director de Sahara, Thoughtcrimes, y algunas otras obras de televisión que junto con sus películas, no he visto.

Seamos honestos, y pensemos si realmente no se reutilizan otras películas de épocas anteriores para enmascarar una nueva producción convencional de género y llevarla a las salas a obtener del público lo que ya estaba previsto, ahorrándose el consecuente esfuerzo de arriesgarse produciendo una idea nueva, y que así peligre el hecho de contar con el público joven, mas los seguidores de la anterior versión de la película y algún que otro curioso. Bien, creo que se puede concluir mucho antes de ver The Crazies 2010. Pero tras éste visionado, quedé totalmente reafirmado.



La película toma la idea de Romero, que era como ya he dicho, la de unas personas que se vuelven locas tras contraer un virus infeccioso. Personas que acaban delirando mientras se mueren o bien, que quedan trastornadas de por vida. En alguna que otra ocasión son muy violentos. Con ello, en Hollywood hacen lo que más seguridad da a sus arcas: infectados. Que está muy de moda hombre. Zombies que no muerden, pero que son muy feos, y matan por doquier a la par que corren y gritan. Esto se une al otro frente: Soldados que son máquinas de matar, más o menos eficientes, pero que exterminan en definitiva (¿para que usar los de la anterior versión que caían en una proporción parecida a la gente del pueblo?), los obstinados soldados yankees de esta era que nos toca vivir. Ya tenemos dos peligros considerables, sólo falta añadir unos protagonistas en mitad de este jaleo, unos supervivientes que recuerden ligeramente a los de la primera película. Guapetones. Que den mejor imagen que interpretación. A ello le solapamos una aventura de terror y acción con las dosis de violencia políticamente correctas y todos (todos sin excepción) los tópicos que aparecen en cualquier película de género que se tercie. De hecho diría que resultan incuso un poco exagerados. Sólo os mencionare que el típico efecto de sonido que apoya los sustitos (que los hay a decenas), el “ssssssSSSSSWAAAAM”, ése… bueno, sólo hace falta que suene cuando un personaje va a abrir la tapa del vater. Grotesco, en serio.

No merece, a mi parecer, ningún elogio esta versión, pero los tiene, y no me apetece mencionarlos de lo harto que acabé. Pero seré justo… y escueto. El comienzo, como suele pasar siempre, promete muchísimo. La presentación de personajes y el conflicto inicial dan ganas de pegarse a la butaca, están muy bien realizados. Quedaros con esto: Partido de “Béisbol”, Hombre que quema su casa y gente atada a las camillas. Son secuencias que no os decepcionarán.



Acabaré diciendo de nuevo “no” a los remakes que aparecen como churros, los espectadores premiamos yendo a las salas, y los de Hollywood vuelven a hacer, una vez vista la recompensa. No saben que el cine lo dejaron muy atrás. Eso no es cine, es márqueting. Están locos. Romero quizás lo estaba cuando hizo esta película teniendo en cuenta su devenir profesional. Pero era su película. Y era cine, para bien o para mal.

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